lunes, 27 de abril de 2009

“Riesgo Provocado”


 

Entre haberse visto y no haber entablado más que una simple conversación paso algo menos de 30 minutos. No había indicios de algo más, para cada uno el otro solo era un conocido más. No sucedió el chispazo. Esa vez no.


 

Julieta era una mujer derecha, con muy pocas imperfecciones y un ánimo increíble para superar cualquier tristeza o mal rato que estuviera viviendo.


 

Enrique por su lado no era así, estaba acostumbrado a que otros solucionaran sus problemas, y tenía muy mal carácter.


 

En una tarde cualquiera volvieron a coincidir, esta vez en un centro comercial. Enrique fue el primero en darse cuenta de que ella era muy atractiva y empezó a mirarla de otra forma. Ella por su parte sentía cierta atracción hacia el pero no le dio importancia, no era ni el primero ni el ultimo.


 

Así las cosas… Ambos tenían amistades en común pero no habían coincidido, El pasaba por una mala racha y ella justamente también. Enrique le invito un café, un jugo lo que sea. Era una buena forma de empezar a hablar, de conocerla más y de él darse a conocer tal y cual era porque eso si, Enrique odiaba cambiar o inventarse un personaje para estar con una persona.


 

Julieta lo pensó por instantes y al fin y al cabo le dijo que si, pero poco tiempo tenía algunas obligaciones de esas rutinarias, en fin… Fueron, conversaron y se conocieron más. Julieta lo detalló muy bien y el, aunque no era de esos tipos que a primera vista deslumbran, para ella tenía un no se que, un no se cuando. La cultura general les permitió hablar de muchos temas, para obtener una confianza que con el tiempo podía darles algo más que simple atracción.


 

Era hora de despedirse y por lagunas mentales pasajeras no intercambiaron teléfonos, pero eso no era un problema. La ciudad era pequeña y tenían amigos en común. Pasaron 2 semanas y Enrique consiguió su teléfono, le envió mensajes, empezaron a hablar hasta largas horas de la noche. Las conversaciones eran buenas, y empezaron a tomar un tono de desfachatez, de picardía adolescente-adulto.


 

Él la invito a comer, en cualquier otra ciudad la primera cita regularmente sería en el cine, pero en esta ciudad no había. Cosas de la vida. Enrique optó por ir a una pizzería pensando más en verla que en comer. Ella pensaba lo mismo. Había nacido una rara atracción que hasta este punto no llevaba a nada aún. La buscó y salieron, eran las 7:38pm de un jueves cualquiera. No había prisa. Pidieron cualquier cosa que no viene al caso y mientras esperaban se miraban, hablaban, reían. Julieta sin pensarlo le preguntó a Enrique algo que lo dejó fuera de tono..


 

Enrique yo te gusto verdad?

La cuestión no era la pregunta, sino la seguridad con la que hablaba.

Él, entre cortado y sorprendido, le respondió de una manera muy patán.

No. No me gustas. Solo que tienes algo y quiero saber que es. Pero no me gustas.


 

Jajaja. Esto sorprendió más a Julieta que creyendo ser la protagonista de los sueños de Enrique, quedó reducida a una porción de curiosidad limitada por la certera respuesta de Enrique.


 

Aun así Julieta notó un nerviosismo en la respuesta de Enrique, y obvió el tema cambiando la conversación muy rápido, pero se dio cuenta que el era un odioso de esos que no les importa lo demás, quieren ser ellos delante de quien sea, como sea y eso a ella le encantaba, la mataba. Ella en resumidas cuentas quería con el.


 

Querían el uno con el otro, se deseaban. Pero no podían cometer el error de decirlo, no entre ellos, cuando solo les importa tirarse al primer cuerpo medio chévere que vean. Cada quien detallaba al otro como si tuvieran ojos de rayos xs, se desnudaban con la vista. A ninguno le importaba ser tan obvio.


 

Paso un rato y llegó la comida, realmente no querían comer, por lo menos no comida como tal, querían comerse entre ellos con salvajismo y pasión, se tenían muchas ganas. Tanta gente en el mundo con hambruna y estos dos personajes ni bolas le paraban a la comida.


 


 

Una parte de aquella pizzería parecía el Kalahari; una leona persiguiendo a un búfalo ó un leopardo persiguiendo una cebra, con estos teniendo ganas de comerse, devorarse, mirándose con descaro, es bastante interesante mirar a dos adictos sexuales cortejándose. Muy interesante!


 

Pasada la comida, Enrique optó por llevarla inmediatamente a su casa, para evitar una locura, sabía y sentía que podía abusar de ella, lo que él quizás no imaginó es que Julieta quería ser victima de ese abuso…


 

Esa noche acabó en nada. No sucedió nada anormal. Ambos en sus camas se pensaban, pero no de la forma bonita. NO. Se pensaban montado uno encima del otro haciendo cosas obscenas y no aptas para menores.


 

Fueron pasando los días, y cada quien por su lado, pero si algo esta claro es que Dios los cría y ellos se juntan, se encontraron en una noche pero esa vez en una disco. Sus miradas … Eran una locura. Se comían con los ojos. Siendo de mala educación, bailaron y perpetuaron unas ganas inmensas que se tenían y alargaron la condena de no poseerse. No quisieron esa noche. Quizás con la intención de darse más en su futuro encuentro pasional.


 

El en medio de los tragos tomados, le confesaba cosas al oído, a ella le encantaba, él la deseaba. Algo les impedía hacer lo que hace días tenían que cumplir. Fusionarse en uno. En el sexo. Que el sudor los invadiera, que el pudor huyera. Al final de la noche no paso nada, Enrique siguió la rumba con sus panas y Julieta fue a dormir, mucho alcohol recorría sus venas.


 

Algo no era lo que Enrique esperaba, pero es pronto para saberlo. Siguieron pasando los días, sus vidas eran de lo más normales. Cada uno por su lado, llegó un fin de semana y con el, vino el dicho sexo, drogas y rock n roll, pero sin drogas. Se encontraron en un local, pasaron la noche hablando, como si las ganas no existieran. En cierto momento Julieta le pidió, le ordeno a Enrique que se la llevara. Estuvieron otro ratico y se fueron. Llegaron a casa de el, se besaron con dedicación, las cosas se estaban yendo por otra vía. Pero que importa, la estaban pasando bien. Poco a poco Enrique fue quitando cada pieza de ropa sobre aquel semejante cuerpo femenino, la miraba con nerviosismo. Se sentía bien, ella solo se dejaba llevar, le encantaban aquellas manos sobre su cuerpo, sobre esa piel de niña en cuerpo de mujer.

El solo tenia en mente hacer todo bien, en su mente no estaba acostarse con ella y ya. El quería más, ella provocó remolinos de cariño y ternura en el. Ninguno imagino que sucedería así. Las ganas salvajes que tenían al principio, se convirtieron en amor. Vueltas de la vida.


 

El se dedico a consentirla, a rozar todo su cuerpo, a llevarla al clímax con delicadeza. Todo fue tan natural que luego de hacer el amor, no se hablaban, solo pensaban. Pero alguno tenía que romper el hielo. Todo en silencio. Ella habló…


 

Me encantas Enrique, no se que me pasa contigo. Debo organizar mis ideas, simplemente me dejé llevar y acá estoy. No quiero separarme de ti.

Enrique hablo…

Opino lo mismo. Me siento demasiado bien a tu lado. No pensé que desde aquel día que te conocí hasta hoy pasara esto, sin planearlo. Me gustas Julieta. … y boom. Sucedió lo impensado. Ella quedo muda. Ella tenía un gran secreto. Y justo lo que no quería que pasara, paso.


 

Julieta hasta ese momento creyó estar enamorada, pero de otra persona. De su novio. Richard. El invitado en esta historia. Enrique no sabia nada, y ahora? Que hará? A ambos les gustó lo que pasó. Pero ella tenía un novio, novio de años, Legal con sus padres. Y justo le pasaba esto. El que busca encuentra. Ella encontró su problema. Que hacer?


 

Enrique captó el silencio de Julieta. Pero arriesgó. Le pidió ser novios. Ella tembló, los nervios la invadieron. Y nada. No tenía palabras, no sabia que hacer, entró en un laberinto del cual no podía salir, no quería.

Si, era el momento de hacer algo. Era momento de ser sincera.


 

Enrique… Tengo novio. Tengo años con el. Pensé que tú y yo solo obtendríamos placer el uno del otro. Pero me pasó igual que a ti. Me deje llevar y me siento atraída por ti. Pero, eh…

No voy a dejar a mi novio. No voy a arriesgar por alguien que aún no conozco. Ódiame si quieres, pero ésta es mi verdad. Lo siento. Se vistió y se fue.

El no soltó palabra alguna, toda la noche quedó en la cama, mientras fumaba y solo pensaba. Tenía el corazón roto, jugó y perdió.

Ella más nunca apareció, el no quiso buscarla. Sería perder el tiempo. No fue capaz de arriesgar en aquel momento, que el creyó especial, así fue. Paso el tiempo y Enrique siguió solo. Inconscientemente esperándola, cosa que nunca ocurrió.


 

El que arriesga solo tiene 2 respuestas.

Ganar o perder

El perdió.


 

Jesalej

27-04-2009

sábado, 11 de abril de 2009

1:25 Am

Andar sin rumbo es casi una rutina en la vida de muchos. En la mía ha pasado, he levantado muchas mañanas y al pensar no rescato nada positivo. No quiero ser un mártir, ni luchar por falsos ideales, pero tampoco quiero ser un fracasado o en su defecto un sin rumbo. De un tiempo para acá he sentido la necesidad de lograr muchas cosas con mi vida. En diferentes ámbitos, pero siempre me pasa que hablo mucho y poco hago, de hecho ha sido así siempre. De seguir así va a llegar un momento donde solo me quede decir: Pude haber hecho esto o aquello. No quiero llegar al PUDE. Quiero quedarme en PUEDO.

Por ahora, se acaba la semana santa. Nada productivo. Lo mismo con el agregado de que me quede en casa. Quizás recargando las pilas, pero siempre digo lo mismo. O será que no son alcalinas, sino de las que venden los buhoneros, con el debido respeto que merecen. No tengo sueño, pero me da flojera seguir escribiendo. Nos estamos leyendo luego.

domingo, 5 de abril de 2009

"La Carta Que Nunca Leíste"

Te fuiste para nunca más volver, y no es imposible pensar que nos volveremos a ver. Tu ciclo termino, antes que verte sufriendo preferí extrañarte. 72 años bien llevados por la vida. 6 hijos y muchos nietos y biznietos. A pesar de tus errores, hablando de mi parte te quise con excesos, lidie contigo en tu enfermedad terminal, nunca fuiste un peso para mi. Fuiste y serás por siempre mi abuela, la del temple, la que nos saco adelante a fuerza de trabajo.


Hoy tu cuerpo ya no esta. Pero tu alma sigue con nosotros. Te encontraste con tu mamá, esa doña a quien querías por demás, a quien idolatrabas. Lloraremos tu ausencia sin límite de tiempo. Recuerdas la promesa que te hice? Ese es nuestro secreto y desde el cielo veras nuestro sueño hecho realidad. Discúlpame por las discusiones, por decir las cosas sin pensarlas. Yo te disculpo por todo lo malo y me alegro por todo lo bueno. Guíame desde allá arriba a hacer las cosas bien.


Nos dejaste viejita, ya tu estrella se apago. Pero nos dejaste llenos de recuerdos, de momentos que no volverán pero que se recordaran. Gracias por ser mi abuela.

TE QUIERO!


Jesús Alejandro

05/04/2009