sábado, 4 de mayo de 2013

El día que no fue

Un día me desperté tarde y descontrolado, todo por el alcohol de la noche anterior. Ese fue un día trágico, nostálgico y agudo. 
Se hacían las 2 de la tarde, cuando me vino un rayo mental, esos recuerdos fuertes y concretos de algo que viví. Fue inevitable no acordarme de ti, lo juro, pero sobretodo de mi... cuando estabas tú.
Prendí un cigarro luego de cepillarme y me senté a tomar una bebida carbonatada, de esas que hacen daño, la combinación que odiabas, de nuevo fue imposible no relacionar el cigarro contigo, fumaba menos, mucho menos cuando existías conmigo. 
Creo, de hecho, que volví a fumar como desquiciado cuando ya no estabas, cuando tenía la certeza de que no ibas a estar más, y que yo no volvería a ser el que era.
Luego escribí en papel (cosa que muy poco hago) y queriendo o sin querer, sin parar, te escribí un poema bonito, el mejor que me haya salido. 
Ahí me di cuenta que yo no te odiaba, que no te odio y que no voy a odiarte, caí en razones, a pesar de mis desilusiones, que marcaste pausas y agregaste puntos y comas a mi vida, a mi desastrosa vida. 
Después de ti, volví al holocausto en el que vivía antes, por eso fuiste orden y paz, lo irónico de todo es que ahora que no estás, no encuentro el interruptor de plena felicidad. 

Mientras todo pasa, espero el día que no fue, que no será.